«Deja en paz al diablo», lo nuevo del best-seller John Verdon

«Todos tenemos secretos, ninguno de nosotros es del todo sincero pero a la vez queremos conocer toda la verdad acerca de los demás», sentencia John Verdon, consagrado con dos libros como maestro de las tramas intrincadas y cuya tercera novela, «Deja en paz al diablo«, llega ahora a España.

La contundente cifra de 350.000 ejemplares vendidos en nuestro país de sus dos libros anteriores avalan al autor estadounidense, que en esta tercera entrega vuelve a poner al límite al ex policía y detective David Gurney, a quien encontramos al inicio del libro en sus horas más bajas, deprimido, desganado y con pocas ganas de limpiar el mundo de bazofia humana.

Todo ello, por supuesto, hasta que un nuevo y aparentemente inofensivo encargo llama a la puerta de su idílico retiro de los Catskills neoyorquinos, del que Gurney saldrá para enfrentar el caso nunca resuelto de «El Buen Pastor», un asesino en serie que se desvaneció hace una década tras ejecutar a seis personas.

Como en sus obras previas, en «Deja en paz al diablo» nada es lo que parece; «vemos lo que queremos ver, lo que esperamos ver», señala.

«Pensamos que nuestra percepción es del todo objetiva, cuando de hecho está profundamente distorsionada por el deseo, el miedo, y el enorme poder que ejercen sobre nuestras vidas los esquemas preestablecidos», sostiene este expublicista de vocación literaria tardía para quien «la verdad es como la perfección, te puedes aproximar a ella pero nunca hacerla tuya».

Otro de los giros recurrentes en los libros del estadounidense es la introducción de un elemento inesperado y fuera de contexto, casi absurdo, que dinamita la vana ilusión de seguridad de los protagonistas. Antes fue una carta, ahora, una flecha salida de la nada y clavada en un parterre.

Y si la lujuria y el deseo sexual enfermizo fueron una parte fundamental del trasfondo de su libro anterior, «No abras los ojos», la codicia se convierte en el arranque de «Deja en paz al diablo» en un elemento importante. ¿Son los siete pecados capitales una fuente inagotable de inspiración literaria?

«Sí», responde rotundo el escritor. «Los pecados capitales son siete ventanas transparentes hacia el egoísmo humano. Proporcionan innumerables ejemplos de nuestro irónico empeño en perseguir la felicidad por vías que hacen imposible alcanzarla».

Una felicidad que el personaje preferido del autor, Madeleine, la equilibrada esposa y radical contrapunto de Gurney, sigue abrazando en esta entrega hasta el punto de dejar de lado su empeño en que su marido disfrute de la jubilación anticipada y animarle a que acepte un nuevo desafío, todo con tal de que supere la depresión.

Porque la vida personal del protagonista se entrelaza inevitablemente con sus casos y en este sentido, John Verdon no tiene intención, de momento, de permitir que Gurney y Madeleine disfruten de su refugio rural, porque acaba de empezar a escribir la cuarta de las novelas a la vez que comienza a pergeñar la trama de la quinta.

«No sé cuánto tiempo mantendré a Gurney ocupado. Después de la quinta, ¿quién sabe? Todo depende de que las ideas que se me ocurren mantengan esa carga eléctrica que hace que no me quede más remedio que plasmarlas sobre el papel», asevera.

Con todo, Verdon no se muestra muy agobiado tras el imprevisible éxito de su ópera prima -el argumento de «Sé lo que estás pensando» tuvo en vilo durante meses a miles de lectores- y de la primera de las secuelas.

«No siento presión por la acogida que puedan tener mis próximos libros. El agobio viene más bien del choque entre los inevitables plazos de entrega y mi tendencia a la posposición», ironiza.

Y eso que a David Gurney no solo le queda tarea literaria para rato, sino también en pantalla. Mientras el salto al cine permanece en suspenso, hay en marcha un proyecto para convertir en ficción televisiva «de alta calidad» las novelas de Verdon, quien entre proyecto y proyecto disfruta de su último descubrimiento, el escritor islandés Arnaldur Indridason.

Madrid, 17 jun (EFE)

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