Mortadelo y Filemón no se jubilan

Su creador, Francisco Ibáñez selecciona y recupera la práctica totalidad de las historias largas de estos personajes para que la editorial Salvat los publique por entregas.

Los fans de ‘Mortadelo y Filemón’ podrán recopilar la mayoría de sus historietas de los súper agentes de la T.I.A. gracias a la colección que lanza a partir de este martes la editorial Salvat, aunque no es una antología, ya que su creador, Francisco Ibáñez, ha avanzado que no piensa jubilarse. «Cuando digo que me quiero jubi… ¡no me dejan acabar la frase!», ha confesado divertido en rueda de prensa en Barcelona, y ha añadido que sólo dejará el cómic si las musas le abandonan y es capaz de pasar más de 24 horas sin hacer un garabato.

La nueva colección recopila 60 tomos, cada uno con tres historietas largas, ordenadas de manera cronológica, desde 1969 hasta 2011, y se podrá comprar en los quioscos. En ese largo lapso de tiempo se percibe la evolución de las tramas; de unos personajes más ingenuos de los 70 hasta el acercamiento a los temas de actualidad que empezó a raíz de los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92. Ibáñez ha confesado que esto trajo algunos inconvenientes, pues cuando se centraba en alguien de avanzada edad –como algún famoso constructor o el anterior Papa– y fallecía antes de publicarse se sentía obligado a repetir todo el trabajo para omitirlos.

Pero los mayores contratiempos los vivió haciendo frente a la censura franquista, no tanto en ‘Mortadelo y Filemón’ como en ’13 Rue del Percebe’, que por su carácter estático considera su creación más complicada. Los censores, ha recordado Ibánez, pusieron el punto de mira en uno de los vecinos del alocado edificio: un creador de ‘Frankesteins’, considerado inmoral porque para el Franquismo sólo Dios podía crear seres humanos.

Ibáñez (Barcelona, 1936) empezó a trabajar en un banco -aunque hoy ha precisado que más que trabajar, ‘estaba’- y escondía su libreta y sus dibujos bajo los grises papeles de su cartera de riesgos. «Desde aquella época tengo un hombro más bajo que otro», ha comentado entre risas. Después se lanzó al mundo del cómic y empezó una etapa de éxito que dura hasta ahora, pero ha confesado que en realidad la época «más feliz» de su vida la vivió en su piso de la calle Argenteria de Barcelona. Allí vivía justo encima de una librería que por las noches sufría los ataques de algún que otro graciosillo, por lo que el librero, amigo de la familia, les pidió que guardasen en su piso el material más valioso. Era un tesoro de cómics sin abrir que Ibáñez devoraba con pasión -y con disimulo- para que a la mañana siguiente volvieran intactos a la librería.

Barcelona, 10 ene (Europa Press)

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