Había visto la película homónima hace años y tenía un buen recuerdo de ella. La lectura de esta novelita breve del autor, en la que se basa la película, ha sido una sorpresa muy agradable.
El protagonista y narrador es un chico judío de trece años que vive con su padre en un barrio obrero de París. El contrapunto a su amargado progenitor será el señor Ibrahim, un viejo musulmán dueño de una tienda de comestibles, con el que entablará amistad y que le enseñará al joven Momo no solo pequeños trucos prácticos que le servirán en su día a día, sino también le dará grandes lecciones de vida.
Con una prosa sencilla y mucho humor, es una historia con un trasfondo duro pero preciosa. Se puede englobar dentro de las llamadas novelas de crecimiento, pero personalmente creo que es una pequeña delicia para leer y disfrutar a cualquier edad, y no perder la fe en la humanidad.
Apenas 80 páginas que se leen en menos de una hora; una lectura entrañable que emociona y hace vibrar.