«Cada uno de estos poemas es una lágrima. Pequeñas cápsulas redondas y saladas de versos que también se derraman, que brotan, que caen y se escapan de un ojo o a través de un lapicero sujeto por una mano temblorosa. Una mano que escribe y llora, y sabe que de la tristeza también nacen cosas, buenas...