Mi nombre es John Palmer y tengo una teoría: dos almas se fusionan cuando viven juntas una serie de sucesos trascendentales. Cuando culmina su historia, cruzan el tiempo y el espacio, una y otra vez, para revivir aquello que los ató eternamente, en diferentes lugares, en diferentes épocas, en diferentes personas; pero conservando siempre los matices que tanto los marcó: una mirada, un gesto, un aroma; piezas que hicieron distinto e indestructible su vínculo. Esa fue la única explicación que encontré a lo que me hizo sentir una mujer que me volteó el mundo. Con sólo intercambiar las primeras palabras, me pareció que la conocía desde hacía mucho tiempo. El lugar fue Cobham, una villa inglesa en los años sesenta, sin embargo, si mi teoría es correcta, los matices que resalto en este texto se deberían estar repitiendo ahora mismo, en algún lugar del universo.